Leyendo una entrevista de la contraportada de La Vanguardia, me he dado cuenta que a veces nos quejamos por tonterías o nos preocupamos por cosas que realmente carecen de preocupación. Después de leer la entrevista, puedo dar gracias de que afortunadamente mi vida no ha sido ni es tan trágica como la suya.Kaoutar Haik tiene actualmente 20 años, nació en Tánger, es la mayor de 6 hermanos, vive en Barcelona donde trabaja como peluquera y comparte piso con una amiga.Cree que las mujeres a veces nos dejamos maltratar. Cuando tenía 9 años su madre la echó de casa. Sus padres se pegaban mucho y su madre la pegaba a ella y le mordía en la cara y en los brazos. Todavía conserva una cicatriz de cuando quiso clavarle un cuchillo en el vientre. Cuando su madre la echó de casa, volvió varias veces y en una de las últimas intentó casarla en Marruecos con un hombre de 30 años cuando ella sólo tenía 13. Koautar se negó y su madre la echó de nuevo. A partir de ahí tuvo que buscarse la vida. Primero dio con una mujer que quiso prostituirla, luego fue a casa de su padre, el cual se alegró de verla pero no podía quedarse con él porque estaba a punto de casarse. Así comenzó su peregrinaje de centro de acogida a casa okupa y viceversa. En la calle encontró la familia que nunca tuvo. Robaba a los turistas en la zona de la Rambla, plaza Catalunya y calle Escudillers. Robaban en grupos de 4 o 5: uno tiraba del bolso, y si la víctima ponía resistencia, otro por detrás le daba un golpe. Se iban pasando el bolso y si veían a la poli, pactaban un punto de encuentro para repartirse el botín. Sólo se quedaban con el dinero. ¿Qué hacia con él? Se colocaba con éxtasis, 4 pastillas por 30 EUR si no, con disolvente, estaba rabiosa porque no tenía a nadie. Intentó suicidarse. Regresó a su casa para Navidades y su hermana al abrirle la puerta le dijo: Mamá no está. Vete

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