Niños saharauiselmundo.es – Para Fátima y Ahmed ya han llegado las vacaciones. Tras un largo viaje han dejado atrás la dura vida en el desierto, con temperaturas que pueden llegar hasta los 55 grados en la sombra, para pasar el verano rodeados de un sinfín de cosas inexistentes en su entorno: «Ven el mar, los árboles, las montañas, los edificios…», explica Mah Iahdih, delegado adjunto del Frente Polisario en Cataluña. «El primer año se sorprenden por todo: por los edificios o incluso por ver salir agua de los grifos», explica Antonia, madre de acogida y coordinadora de Amigos del Pueblo Saharaui en Santa Coloma de Gramenet.

Fátima y Ahmed no vienen solos. Un total de 636 niños saharauis provenientes de campamentos de refugiados enclavados en el corazón del desierto del Sahara han desembarcado esta última semana en Cataluña gracias al proyecto ‘Vacaciones en Paz’. Los pequeños, de entre 7 y 12 años, salieron a lo largo de esta semana del aeropuerto militar de Tindouf, situado al este de Algeria, y llegaron de madrugada al Aeropuerto de El Prat.

«Es alucinante ver la cara de los que vienen por primera vez. Llegan cansadísimos después de un viaje tan largo, pero cuando suben al autobús y ven todas las luces y los coches en la carretera no se lo acaban de creer», explica Joaquina González, presidenta de El Prat amb el Sahara y madre de acogida de Ahmed Akli.

El coste total del viaje, unos 600 euros por participante, ha sido sufragado por los ayuntamientos que participan en el proyecto.

«Es la segunda vez que Fátima llega a casa; es una niña encantadora que se deja querer por todo el mundo», dice la madre de acogida, Juana Paredes. «Cuando llegó no hablaba nada de castellano, había que mostrarle las cosas. Sin embargo, luego fue aprendiendo palabras y cuando se fue ya se la podía entender perfectamente», recuerda Juana sobre la niña de 8 años.

Además de formar parte de actividades lúdicas y culturales, los niños están adscritos a la seguridad social. «Se les realiza una revisión médica, para detectar y tratar posibles enfermedades graves, como soplos al corazón», explica Mireia Sancho, de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui en el Vallès Oriental.

 

Embajadores del Sáhara
«El principal objetivo de la iniciativa es alejar a los niños de las duras condiciones de vida del desierto y ponerlos en contacto con otra cultura», afirma Iahdih. Al mismo tiempo, los críos son «los embajadores de su tierra», explica Antonia, porque ponen voz y rostro a un conflicto latente como es el del Sahara.

Entre las familias reina la diversidad de perfiles. «Ya no soy joven, tengo 63 años, pero continuaré acogiendo niños mientras pueda», esgrime Juana. Lo importante es que estén dispuestas a abrir sus vidas a «niños alegres, cariñosos y generosos», explica Antonia, quien tras cuatro años acogiendo a Manuha, ha tejido un vínculo con ella que las unirá de por vida. «Viajo un par de veces al año al Sahara para verla». En el campamento, también ha conocido a su familia: «Cuando vas a su casa los suyos tienen poco pero te lo dan todo».

El momento de la despedida acostumbra a ser triste. Pero no es un adiós definitivo, ya que durante todo el año los niños mantienen el contacto con las familias de acogida y la mayoría suele regresar el verano siguiente. El 90% de las familias repite.

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